lunes, febrero 28, 2005

Ya parece una necedad

He pensado dejar de una vez por todas de escribir en este espacio. No faltan temas ni letras sino ánimos. Hay veces que uno se da cuenta de la vacuidad que suelen tener todas estas iniciativas. También ha faltado disciplina, pero esta batalla contra el tiempo me ha dejado casi en la inmovilidad. Mezclar la vida privada con los espacios tan públicos me ha dado demasiados problemas, creo que debería escribir cosas de verdad interesantes, recomendar los libros que me hayan gustado, las películas más interesantes, hablar de los proyectos literarios que se están forjando en Puebla, no sé, podría hablar de todo y seguir sin decir nada, es obvio y oficial, lo mejor de mis letras lo seguiré guardando para el lector anónimo que compre un libro anónimo de un escritor anónimo que soy yo y de ninguna manera podría ser yo.

martes, febrero 01, 2005

UN CUENTO YA MUY VIEJO

HISTORIA INÚTIL DEL PERSEGUIDO





La noche anterior llovió con fuerza. El terreno estaba húmedo y los cuerpos descomponiéndose en las veredas y el bosque eran ya un lugar común. Había un olor a gusanos satisfechos; la calma, a pesar de los presentimientos de desastre, era absoluta. Imaginé que por debajo de la tierra hay otro mundo al que parece no importarle la condicion violenta de la superficie, benditos los insectos y los seres infradesarrollados. Divagaba sobre las posibilidades de encerrar todos los mundos en una sola palabra cuando me descubri corriendo sobre el fango para escapar de las balas perdidas. Tenía la ropa hecha jirones, manchada de lodo y sangre, pegada a mi cuerpo como piel a punto de morirse por completo.

La primera bomba silbaba a mi espalda y las demas se sucedían como pasos furiosos del gólem de la violencia. Nunca pude entender quién, con gran ingenio, inventó las bombas parafraseando plagas que vienen del reino de los cielos. No sentía miedo, la adrenalina es un estado distinto. Sólo estaba desorientado, sin lugar a donde ir ni de donde venir. Los soldados, impecables con sus cascos tristes y los rifles humenates, no podrían alcanzarme ya. Nunca supe porque me perseguían, pero en el caos de este mundo siempre hay alguien persiguiendo a otro. En las guerras todos se persiguen con esta pregunta que se jamás se logra contestar. En este sentido el soldado en el frente viene a ser el enemigo propio, lejos de su casa, muerto de hambre y frío, persiguiendo a otro en las mismas condiciones, algo de conciencia gremial le daría un nuevo rostro a la guerra. Cuando alguien cree haber alcanzado la victoria, desarían haber muerto en la batalla, lejos de la persecución del fantasma inescapable del nihilismo. Tras la misión cumplida el soldado es un desecho.

Reanudé mi carrera, lejos de este región donde el mundo comenzaba a parecerme el peor de los lugares. Divisé un río bajando por el lado menos empinado de la montaña. El agua salvadora para llegar al otro lado. Es la ilusión de los ríos, como si dividieran en realidad dos orillas distintas. Ya el ruido se había convertido en silencio y aún yo no era conciente de esto –-el ruido en su máximo estruendo alcanza la tesitura del silencio. Los morteros seguían disparando y las balas de rifles mudos me atravesaban el cuerpo como pequeños mordiscos de pirañas. La angustia y el deseo de escapar se iban diluyendo con la aceptacion de la muerte.

Me tiré al agua y tuve una sensación de alivio en todo el cuerpo. Nadaba con los ojos cerrados, con todo mi alma puesta en los brazos y las piernas, sólo por el placer de agotar hasta que fuera posible el deseo de sobrevivir. El miedo se transformaba en pasión. No abrí jamás los ojos. Estoy seguro de haber hecho una mueca confundible con la sonrisa.

Recobre la conciencia de pronto. Me encontré parado en un pantano indescriptiblemente solitario; sin morteros, ni cascos grises o balas perdidas. Estaba exhausto y sucio. Tenía puesto mi traje roído y moribundo. Sentí una desesperación maldita por no saber como es la muerte, porque puede suceder que uno la confunda con la vida y eso sería todavía peor. Posiblemente había escapado o tal vez nunca me moví de este lugar. En cualquier caso, no tengo a donde ir . Daria todo por tener quien me persiga.



2001