jueves, marzo 17, 2005

Capítulo inútil de una novela que jamás concluiré

VII

La señora levanta el comal para poner más carbón.
-Me da dos más sin cebolla.
-¿De qué salsa joven?
-Una y una por favor.
Pone de vuelta el comal sobre el anafre. Un señor vestido con un desgastado traje gris a rayas, rasca sus bolsas para encontrar monedas y entrega a la señora ocho pesos.
-Le dije que sin cebolla –se dirige un poco molesto a la señora que le quita apurada los trozos de cebolla a las quesadillas.
-¿No te gusta la cebolla? Qué mamón. Ya ni se la quite seño, que aprenda a comer.
-No te estoy hablando a ti –recibe sus quesadillas ahora sin cebolla. Sin mirar a la señora, continúa- además porque me dices mamón si tú...
-Provecho – les dice el señor de traje a los dos muchachos. Recoge de la silla un periódico y lo guarda bajo el brazo. -Buenas Noches seño, hasta mañana.- Sonríe discretamente como intentando guardar un secreto que no puede ocultar del todo.
-Buenas noches -responde sin mirarlo la señora, limpiando sus manos en el mandil de pequeños cuadros azules.
Muerde su quesadilla. Está caliente. La masa deja salir un poco de humo que se confunde con el aire frío de la capital.
-Qué decías. ¿Que yo era más mamón que tú?
-Olvídalo –dice, y muerde de nuevo la quesadilla.
-¿Vas a ir a Palenque?
-No sé. Ando sin varo. Quienes van.
-El Peto, Rambo, Jiménez, Tortuga y Yo.
-Suena muy chido. Me late bastante. Cómo con cuanto la hago.
-No sé. A lo mucho dos mil pesos.
-No, pustá cabrón.
-¿Va a querer algo más joven?
-No seño, gracias. La cuenta por favor. –y dibuja en el aire un rayón irregular con una pluma imaginaria.
-Va a estar muy bien, salimos el Jueves como a esta hora.
-Yo les aviso. Pero la veo difícil. Tengo que regresar a Puebla. Pero deja ver si junto.
-Veintiocho pesos joven.
-Yo te invito. Tú ahorra para el viaje. –Paga la cuenta con un billete viejo.
-Órale gracias compadre...
Una señora de cabello corto con las puntas rubias y la raíz roja, estatura baja, dos dientes de oro y un suéter verde que cubre su figura esférica, aparece corriendo alarmada.
-¡Doña Espe, Doña Espe! –Agita los brazos. –Se tronaron a Edicktor.
Doña Espe se quita su mandil de cuadros y lo avienta a la silla donde está su sobrina de quince años con el vientre de niña embarazada.
-Dónde, Catita, Dónde.
-Aquí en la Mirto a dos calles.
Las dos mujeres corren, moviendo su figura de tortuga apresurada hacia la Mirto, donde un grupo de curiosos rodea la tragedia. Doña Espe voltea a ver a su sobrina.
-Ahí te encargo chamaca, no me tardo.
La sobrina responde en silencio, con la vista fija en el suelo. Sus ojos se cristalizan.
-Pinche ciudad. Está de la chingada vivir aquí.
-Sí, está cabrón. Y quién será el tal Edicktor.
La chamaca embarazada sabe que Edicktor es el papá del bebé que espera. Hace unos minutos estaba comiendo quesadillas, hurgando en sus bolsillos algunas monedas. La chamaca da vuelta a los pambazos. Tiene la certeza de que no verá nada más que eso el resto de su vida: Aceite chisporroteando en el mandil y tipos que dicen <> sin mirar a la cara.
-Ni te contestó la chavita.
-Ni hablar. Yo creo que se hizo la sorda para no darme mi cambio. Qué onda pues, me hablas para ver si te animas.
-Sí, yo te hablo en la semana.

La sirena de una patrulla aparece en la escena del crimen, siempre hay una sombra violenta que escapa a la luz de la torreta. Edicktor en el suelo mira la noche de la ciudad, bañado en la sangre que expulsó su cabeza después de recibir dos disparos. Lo suben a la ambulancia en una bolsa gris. Las historias se tejen en las calles. Los muertos se mueren y los vivos también.



Puebla, Puebla, Febrero 2002

sábado, marzo 12, 2005

Breve descargo

Estaba cansado y una sensación de estar abatido me abarcaba por completo. Me puse a escribir, terminé un cuento que escribí hace unos meses en Buenos Aires, saqué de mí, libere, para decirlo mejor, esa sensación que les platico, más allá del cuento, por encima de la literatura y el mundillo literario y las editoriales y los celos de los incapaces y todo eso que hay detrás, que virtud, esta de poder escribir con uno mismo y mimetizar la tragedia propia en personajes maravillosos que se inmolan para dejarnos ir a dormir tranquilos. Extisten diferencias abismales entre un día de creación y uno de marasmo creativo, pero claro, amar y vivir pueden ser también, a su manera, formas artísticas de la creación.

jueves, marzo 03, 2005

Para los que llegan a las fiestas

Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
--pues uno no sabe bailar, y es triste--;
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envida que sienten, los deseos;

para los que saben con amargura
que de la mujer que quieren les queda
nada más un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;

para los que fueron invitados
una vez; aquellos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta,
ya mucho después de entrados todos,
supieron que no se cumpliría
la cita, y volvieron despreciándose;

para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y aveces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
o vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;

para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen;
para los que sufren a conciencia
porque no serán consolados,
los que no tendrán, los que no pueden escucharme;
para los que están armados, escribo


Rubén Bonifaz Nuño
Los demonios y los días (1956)

miércoles, marzo 02, 2005

Los bellos demonios del austriaco

Otra vez fue Bernhard, desde la primera vez fue imposible soltarlo, este libro maravilloso, que retomé ayer CORRECCIÓN se llama, cada línea quería detenerme y apuntarla por todo lo que sugería, después me di cuenta que tantos deseos de apuntar lo que más me gustaba me llevaban más bien a desear haber escrito ese libro, como si alguien hubiera escrito la obra maestra que jamás escribiré, por qué me gusta tanto esta obra que podría parecerle a muchos un odioso círculo de palabras, es una de las novelas perfectas que conozco, los demonios de de Bernhard son los míos por momentos, son los de muchos:

"esos caracteres, o seres, lo que sean, como Roithamer (y como yo), realmente siempre desamparados, no son capaces de dormir, se duermen y despiertan, duranto toda su vida, pero no duermen nunca. Ininterrumpidamente tienen algo en la cabeza y en los nervios que no los deja dormir. Buscan durante toda su vida un remedio contra ese estado insoportable, pero no encuentran ese remedio, porque no hay ningún remedio contra esa enfermedad, que realmente no es otra cosa que una enfermedad mental. Todas esas personas de esa forma insomnes han nacido con esa enfermedad mental, tienen esa enfermedad mental ya de niños y, sean de la especie de Roithamer o de la especie de Höller, son incurables. Las noches, así Roithamer, eran siempre lo más horrible. Todo es, de noche, monstruoso, lo más insignificante, lo más inofensivo, de noche, monstruoso, lo más insignificante, lo más inofensivo, de noche, es monstruoso y no deja dormir a un hombre como yo, o como era Roithamer, o como Höller. Y con ese constante pensar en no poder dormir, en ninguna circunstancia, ese estado emepeora. Sentado en el viejo sillón, junto a la puerta, pensaba con qué diferencia y, al mismo tiempo, con qué indiferencia habíamos seguido, después de todo, nuestro camino... Partiendo de distintos puntos, posiciones, habíamos ido hacia un solo punto, el único aceptable, hacia la muerte."


Esto es lo que leí ayer, una parte de lo que leí ayer para ser precisos, y basta dedicarse a tres páginas de la novela para desembocar en uno mismo y aceptar lamentablemente los destinos a lo Roithamer o a lo Höller, o a los del amigo de Roithamer que narra toda esta historia, que sucede en Altensam, a orillas del Aurach y la novela tiene una descripción de su unidad, lo dice el mismo narrador, y por eso digo que es perfecta "De Altensam y todo lo relacionado con Altensam, con consideración especial del Cono" Cabe señalar la magnifica labor de su traductor Miguel Sáenz. Son varias las cosas por hablar del austriaco Bernhard y sus demonios austriacos que a fin de cuentas son universales y desoladores. Este libro es difícil de conseguir, acaso en España sea relativamente más accesible, yo sólo lo encontré en dos librerías en Buenos Aires y su precio era astronómico, pero creo que esta novela bien vale los euros que la inflan.


Datos del libro:

Título original: Korrektur
Primera edición: Suhrkamp Verlag Frankfurt am Main 1975
Primera edición en Editorial Debate: 1992 (es la edición que tengo) Madrid.
También está en Alianza Editorial.

martes, marzo 01, 2005

Vuelta a los libros

Volví a leer el Quijote, los últimos dos capítulos y recordé porque esta novela da tanto de qué hablar y por qué Dostoievski dijo alguna vez que era la novela más triste que él conocía. Ese último capítulo es la semilla del mundo moderno, no sólo de la literatura, sino de lo que habría de venir. Me gusta creer que los libros llegan a mis manos cuando es el momento correcto. Pueden pasar años en el librero antes de que los lea, otros llegan a mí por amigos o regalos y son lo que busco, uno de estos fue un libro de relatos de Somerset Maugham que me prestó uno de mis grandes amigos. Abrí el índice y me encontré con nombres llamativos, títulos de cuentos que me sugerían tantas cosas interesantes, de entre todos, escogí uno que lleva por título The fall of Edward Barnard, que sin exagerar es uno de los mejores cuentos que he leído y mu y propicio para enfrentar ciertos fantasmas de mi vida en el presente. Me dio la idea de traducir este cuento y algunos más de Maugham. Hace tiempo quería hacer traducción y con este libro de historias reunidas me animé. Otro libro de estos días fue La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa y varias lecturas sueltas, como me gusta leer, un poco de todo, comencé a leer el libro Ala impar una antología de poetas poblanas de la generación que comenzó a publicar en los 80, interesante a nivel crítico y poético. Me he sumergido en algunos relatos de Kafka y Borges y de los primeros cuentos del, en ese entonces, joven Julio Cortázar. Es hermoso leer, eso ya lo sabemos, pero es tan hermoso, al menos para mí, paladear lo leído en los días, recordarlo, dejar que exista y se haga parte de la vida misma, no sólo terminar el libro y cerrarlo y comenzar otro como si fueran objetos desechables, supongo que me gusta creer aún en esa quijotesca manía de llevar la pasión de los libros a la vida misma.