miércoles, agosto 31, 2005

Alguna vez una madrugada

Temía que por llorar, el fuego poético que lo consumía se desvaneciera. Sólo llorar nos libra del dolor, lo apacigua y él sabe que su fuente es el dolor, que no sabría qué hacer, cómo levantarse por la mañana si el dolor hubiera escurrido. No podía permitirse el lujo de llorar. Llorar nos hace fuertes y sólo el débil puede cargar con el peso del dolor. Quería llorar, llevaba varios años a la caza de ese sentimiento, pero logró reprimirse, sacar de su garganta ese nudo que quiebra la voz, debo de escribir, no ponerme a llorar, se exigía demasiado, pero era la única razón por la que seguía vivo. En fin, que no lloró y tal vez, lo lamentaría mucho tiempo. El dolor sólo se lava con las lágrimas, es más limpio, cristalino, pero permanece, un poeta no depende del dolor sino del ritmo de la sangre que corre por su cuerpo, algunas veces, también, ayuda estar alegre y pensar “no volveré a escribir un verso”.

viernes, agosto 05, 2005

Poema de Yeats que abrió algunas puertas

¿Y AHORA QUÉ?

En la escuela imaginaron sus camaradas preferidos
Que llegarìa a ser hombre famoso:
Él también lo pensaba y respetó las reglas,
Sus años veinte de labor repletos:
<< ¿Y ahora qué?>>, cantaba el fantasma de Platón.
<< ¿Y ahora qué>>

Todo lo que escribió fue leído,
Y ganó después de algunos años
Dinero suficiente para lo necesario,
Amigos que han sido verdaderos amigos;
<<¿Y ahora qué?>>, cantaba el fantasma de Platón.
<<¿Y ahora qué?>>


Sus sueños más felices se realizaron:
Una casita antigua, mujer, hija e hijo,
Tierras donde crecían ciruelos y repollos,
Poetas y personas de ingenio se agrupaban en su
entorno;
<<¿Y ahora qué?>>, cantaba el fantasma de Platón.
<<¿Y ahora qué?>>


<>, pensó ya de anciano,
<;
Y que rabien los necios, yo en nada me desvié,
Algo llevé a la perfección>>;
Pero aún más fuerte cantó el fantasma:
<<¿Y ahora qué?>>.


En William B. Yeats 30 Poemas, Mondadori 1998

Contraflujo de una noche de verano

Volver a escribir para no decir nada. Es como tratar siempre de evitar el retorno y en ese giro descubrir que se ha vuelto. Días largos y extraños, Mayo 3 fue la última fecha en que escribí algo. Hoy es Agosto, hace calor, pero un calor terrible, de esos que penetran la piel, un calor que es más que temperatura, un calor para dejarte seco. Hace unos días en Oaxaca, cayó sobre mí la última piedra, las últimas defensas del reino. Pero no había vencedor, sólo piedras sobre piedras, y algunos gritos que se convirtieron en lamentos, risas cósmicas, movimientos telúricos del alma, todo era ceniza y brasas débiles. Volteaba para mirarme y no encontraba mi rostro. He dado vueltas al cuarto, he tropezado con fotos, con cartas, con recuerdos de todas mis vidas anteriores, esas que habitan el pasado y sabemos de ellas porque alguien nos platica, o porque en la esquina encontramos a una persona con su nombre y su cuerpo pero ya lejos de lo que fueron. Es imposible no bajar los brazos algún día. Tratar de ubicarse en el espacio tiempo. Hace un momento comencé a preguntarme ¿quién soy? ¿por qué los mismos errores, los mismos aciertos? Sería más fácil perder la memoria, desaprender lo aprendido, balbucear, no encontrar sentido en el pasado, ser una bestia que mira sólo al frente. Muchas cosas en la cabeza, en el cuerpo, heridas incurables. Amar y escribir. Dualidad de mi vida. Dónde quedaron los sentimientos, dónde se acomoda uno cuando de una dualidad sólo queda una parte, sólo escribir, todo escribir, la pasión de escribir, escribir para vivir, vivir escribiendo, imaginar, escapar a los mundos mejores o peores de las ideas, la creación, las trampas del arte o la fama. Podría no existir mañana, podría no escribir nunca más, bajar los brazos y vencer. Qué me ha traído hasta esta noche, quién me dijo que sería diferente, por qué escuchar y creer en uno, cuando dice, sé lo que hago, a dónde voy, por qué razón. Falso. Hoy citaría a todos los que he sido en mi vida y les haría varias preguntas. Ah! la sombra del fracaso, dirán algunos, pero les explicaré que llega un límite, una barrera tenue donde uno se encuentra curado de esos males, más allá, simplemente, encogerse de hombros, preguntar de quién son los abandonos, quién deja a quién en la caminata del tiempo, quién borra nuestro rostro y dibuja nuevas máscaras. Hoy, aquí, en el cuarto de mi vida, en esta ciudad de mi vida, me veo obligado a preguntar cómo llegué hasta esta noche, donde estoy lejos de todo lo que amo o cerca e incapaz de verlo. Debe ser eso, algo parecido a una ceguera, pero incompleta, una ceguera parcial, que sólo va dejando trazos del mundo y es necesario completar las piezas faltantes. Qué es el pesimismo sino un arma contra el tedio y el conformismo. Por qué a veces parecen tener razón los equivocados, de quién son las respuestas, quién posee las preguntas, una noche y se las guarda. Volver a la libertad. Mi vida ha tocado alturas inimaginables, he conocido éxtasis y clímax, y lo supe desde siempre, la caída es inevitable, caer para levantarse, con suerte, caer para caer definitivamente, caer para aprender que los caminos no son jamás iguales aunque sean los mismos, dudar de todo, a cada paso, dudar, dudar para ir siempre por encima, de lo que uno podría ser si no dudara. Amar y escribir. Volver a amar y a escribir. Volver a amar escribir, volver a escribir que amo, ya no sé, demasiado de lo mismo, los lugares comunes del amor, las vocaciones simples del matrimonio, la estabilidad, la pausa como estado, vegetar el alma, despreciar la pasión, el valor, la audacia, jugarse la vida en cada movimiento del cuerpo, en cada palabra pronunciada, atreverse al fracaso, a la desdicha, abrir los libros que tanto saben de nosotros, preguntar humildemente a las cosas correctas, a las personas adecuadas, y si está en el corazón de cada uno, buscar las manos que nos guíen por el misterio. He creído en utopías, me han dicho iluso, me han dicho de todo, pero no podría no creer cuando miro mi vida, los recuerdos de mi vida, cuando me levanto y aunque sé que todo está perdido, me dedico a buscarlo, a poner el empeño en lo imposible, la ingenuidad es otra arma. El tiempo me ha enseñado mi lenta maduración para los asuntos de la vida. Mi dificultad para moverme en el agua de una pecera que no acepto como única. Bastaría evocar para sentirme alegre, escribir como ahora un flujo imparable, pensar en la selva de Tulijá, en la tristeza pura, la cargada de esperanza, tratar de reconstruir olores, detalles pequeños como el color de las bancas de victoria park, pero cómo hacer que la vida sea más que un catálogo de viajes, un hermoso cartel con fotos que digan yo estuve aquí, pero nada más, estar sin ser equivale a no estar. Pararse en monumentos, abrazarse con los amigos, la familia, el amor, no sirve de nada, a veces me detengo en la vida de los otros y me pregunto, se tratará de esto, es de verdad la vida un entrar y salir de ciertas cuevas, tener miedo, envejecer la vida sin uso, por qué es tan necesario deber ser, por qué no un día rebelarse y decir, hasta aquí, la vida está en otro lado, buscar la muerte con amor, sonreír las pesadillas, burlarse de quien nos tiende la mano a cambio de nuestra libertad. Días extraños, como el libro de mi amigo y maestro. Alejandro, hace falta tu luz en estos días, en estas horas de incertidumbre, ofrecer tu mano a cambio de nada, una especie de brújula, si tienes, donde te encuentres, tíramela. Retornos, vueltas, grietas, personas amadas que se evaporan por la muerte, el desgano o el olvido, no llamar porque no nos han llamado, no buscar porque no hemos sido buscados, quejarse de la soledad habiendo tantos moribundos, las calles son largas, son la misma calle, son edificios y seres anónimos, habitar en la Internet, amigarse con las palabras de alguien, cómo amar así, cómo conformarse con un saludo pretérito, qué importa quién me lea, sólo quiero quejarme, escribir y descubrirme, ayudarme con luces que hay dentro de mí, no escribí hace mucho, he dejado de escribir tantas cosas. Escribir y amar. Volver. Ser estando. Negar las fotos, negar los recuerdos del pasado, todo habita aquí en este cuarto, este es el día de todos los días, no me pertenece la palabra, podría extrañarla toda la noche, podría pedir sus palabras a cambio de mis años, ah! venir desde tan lejos, para encontrarse tan tarde, pidiendo respuesta a las paredes.