sábado, enero 31, 2004

Evocación de los puentes

Tanto estar perdido en el tiempo que he dejado de hablar de otras cosas. Debo mencionar el grato encuentro de principios de semana con Marion y Daniel, dos porteños inigualables, una amabilidad y apertura que animan a hacer promesas como "en septiembre nos vemos en Argentina" o "si vuelven en Febrero los llevamos a estación Wadley en busca de aquel cactus místico" en fin espero que podamos visitarlos en Buenos Aires. Un saludo para ellos. Otro asunto que me obliga a escribir hoy, es darme cuenta que el recién estrenado contador de visitas marca en estos momentos 41 visitas. Intentaré seguir esta línea de Walking around más que de autobiografía, diario, o recuento de las bestias y princesas. Veremos. Un saludo a todos los que acuden a esta página.

Hoy leí un cuento de BEF que se llama Leones, magnifico, se imagina usted a una ciudad sin nombre que se parece demasiado al DF donde los leones van ganando espacio hasta convertirse en amos y señores de la metropolis, ahi está la gran imaginación de BEF y su estilo firme y contundente para contarlo y hacernos creer que no es una idea descabellada.

La novela hoy tomó un aire nuevo con la llegada de Catherine (podría ubicarse muy cerca de cierta mujer adorada que llamaremos por ahora Severine Veló) al relato. Este personaje tan esperado hoy se hizo presente y dio muchas pautas al desarrollo de la narración. Andrés Armas para quien me lo preguntó, es un personaje de novela y al mismo tiempo un escritor y a veces también soy yo pero distinto, Armas es un pretexto, una conmoción, una gran tristeza caminante (cualquier semejanza con este walking around es un delirio del autor, en este caso, también yo.)

La vida está hecha -entre otras cosas- de intercambios, cuando me acerco a esta página intento aprehender la mayoría, pero todos pesan tanto que es difícil, esta por ejemplo Mary Carmen y sus dilemas vocacionales en conflicto con los intereses de su familia, Harald y su sueño europeo que araña con el paso de los meses, en fin, está el presente y sus motivos, pero a mí me cuesta mucho safarme del pasado, no puedo no preguntarme por las personas que apenas han pasado por mi vida y sus destinos, por las que han marcado su presencia y desaparecieron como tragados por la fantasía. Es difícil vivir así, uno carga con más de lo que puede sorportar y al mismo tiempo, hay una gran comunidad de fantasmas donde no hay lugar para la infelicidad. Quiero hablar de mis vivos y mis muertos como si ese detalle de la vida no fuera realmente gran cosa. Ah prometo tanto, veremos qué pasa. Lo que sí es cierto es que pronto, muy pronto, habrá una capovolta en mi vida, se acercan los días para volver al sureste, Mérida, ciudad nívea, pájaro indecible, casi ensoñación y promesa, habrá de disolverse, lentamente, la gran ausencia del sujeto amor en el predicado del presente, es decir, resuelvete de una vez terco sentimiento marejada y aprende a vivir conmigo. A ti, es decir, a ella, mis brazos están aquí reacomodando circunstancias para volver a estar juntos boca a beso, cuerpo a sensación, tocándonos, jugando a la noche, lejos de Londres, del amor certero, del aliento, reinventados, casi parecidos al ayer.

viernes, enero 30, 2004

No todo fue naufragar

La historia de la pintora con quien hoy pasé más de dos horas platicando, o tal vez la lectura de un cuento de "las nuevas voces de la narrativa mexicana" editado por Joaquín Mortiz. Pudo ser también el soporifero pero inteligente discurso de cantinflas en la película "su excelencia" podría hablar de la parte de la novela que no escribí hoy o de las carcajadas sin límite en casa de Meneses y hasta la tarde intentando cantar bien dos canciones de Silvio Rodriguez, todo eso pudo suceder hoy pero no, nada importa tanto como aprehender la suma de las cosas. No hablo de un día, sino de lo que significa sumar el tiempo, porque al estilo de Johnny Carter en el perseguidor, esto del tiempo es verdaderamente raro, cómo es posible que 26 años quepan en un par de horas. O al revés. EStoy cansado, debo dormir un poco, hacerme a la idea de que viajo a Merida en cinco días, a buscar lo que alguna vez he dicho y sin embargo desconozco.

La vida alcanza para tanto (debo agregar que en todo este walking around se habla poco de trabajo, pero qué poeta de walking around tiene tiempo para trabajar. El ocio es el padre de todos los vicios, dicen, yo creo que el ocio es el padre del arte, de la filosofía, del amor, del placer y la vida, habrá que ser más devotos del ocio, del hastio y levantarnos, algún día, de entre las horas productivas y crear algo, creer en algo, vomitar la rutina y caer a la madrugada satisfecho de vivir mejor. Uno llega a sentirse cansado de tanto perder el tiempo trabajando. (Esto es palabra de becario)

Sí, sí, es obvio cuanta inspiración anda flotando lejos de mí estas úlitmas noches, por eso espero que el titulo de esta serie me haga justicia, ahora que me vaya a dormir, imaginando si en la novela, Andrés Armas logra encontrar a la mujer que se llevaron los trenes una tarde fría parecida a la de hoy, mientras, el autor, en este caso yo, se deleita con la posibilidad de hacerle sentir a la mujer concreta aunque lejana, el abrazo desnudo que le da.



P.D. 1- No volveré a prometer escribir algo mejor mañana porque se ve que no cumplí.

P.D. 2- La otra canción de silvio es " Te doy una canción" (casi tan trillada como ojalá)

P.D. 3- Volveré a hablar de Sandra Gaibort para los que me preguntaron más detalles de ella.

P.D. 4- Sí, sí, contaré más facetas ocultas de mi vida y la novela para quien me lo preguntó.

P.D. 5- Si alguien llegó a leerla quiere decir que me tiene paciencia y le pido otra disculpa por quitarle el tiempo con tanta postdata innecesaria.

P.D.6- No lo pudo evitar y leyó esto. ¿Verdad?







lunes, enero 26, 2004

Balada para un insecto en fuera de lugar

Hoy, por ejemplo, fue uno de esos días donde todo tiene un lugar, y que en mi tradicional estilo de contradicción perpetua, a la noche triste le sobreviene el dìa alegre, casi nostálgico pero lleno de algo parecido al futuro. También los ojos negros de una mujer a la luz de una vela con quien tomé un café hace apenas unas horas y el recuerdo de una pequeña ecuatoriana que conocí en el avión que volaba de Londres a Miami cuyo parecido con Thalía era asombroso, Sandra Gaibort. Vive en Suiza y quedé alguna vez de visitarla. Jamás la volví a ver, pero hoy entre mis correos encontré algunos suyos y me di cuenta qué fácil es entrar y salir de la vida de las personas, amar y desamar, temblar por un nombre y al tiempo (siempre el tiempo) andar vagando entre los nuevos nombres que el destino nos tiene preparados como si fueran el primero y el último donde el amor tenga cuerpo. Como sea, hoy fue un buen día y como ven (para los que me escribieron para decirme que mi último post, con el que recomenzaba el blog, era muy triste) cuando estoy alegre no tengo aliento para escribir. Lo supe una tarde fría y clara, platicaba con Germán, sentados en un puente incógnito de Amsterdam, para escribir tengo que estar solo, un poco triste y con suficiente amor como para no extrañarlo. Puede ser, tal vez es otra idea turbia del optimismo mezclado con un recuerdo vago de una plática.

Otra cosa del día, me reuní con Harald y Miguel Ángel, buenos proyectos se avecinan, les contaré más de estos dos personajes de novela que a veces también son personas reales. La amistad es buen refugio para los poetas que deciden optar por la vía del místico temporal. Es un día walking around pero sin ese cansancio nerudiano de ser hombre, ergo, falta lo esencial. Mañana estaré triste, ojalá porque tengo que entregar un avance de la novela y aún no lo termino. A la cumpleañera felicidades dondequiera que te encuentres en Jalisco, para Almita, que te recuperes pronto. Para mí, mañana promete escribir algo mejor. Ah y para la bitácora, hoy terminé de leer El perseguidor y la biografía de Lester Young y comencé con la lectura de la antología esencial de Aleixandre, debo, por todos los medios, terminar Moby Dick para esa reunión tan anunciada del club Melville en casa del célebre Alejandro Meneses, capitán de nuestro pequod literario.



Por qué el silencio

La última vez que le dediqué un espacio a esta suerte de diario virtual estaba en la estación de autobuses de Málaga. Aún no lograba más que intuir los desenlaces de todas las inercias de mi vida. Ahora estoy en Puebla, atolondrado por el tiempo, enhebrando las causas en la lógica del destino. Estoy en un cuarto que habla demasiado de los años que fueron. Desde Málaga hasta este día en Puebla han transcurrido los días, la sangre de los ciclos cerrados, los kilómetros, los reencuentros, las separaciones, la estupidez fragmentaria de mis razones, la aparición de los fantasmas, las semillas de una novela que me ayuda a soñar y a dejar que los demonios se queden condenados a las páginas. Ha sido un tiempo de pasiones sin límite de límites sin pasión y de vueltas de tuerca. También un pasar de claridad oscura a penumbra de la nada y a veces, una sensación de umbral apenas visible. Qué pasa con el tiempo, "ese bicho que anda y anda" como dice La Maga a Rocamadour en una carta, sí, qué pasa con eso que llamamos tiempo, con esa sirena magnifica que nos despeña de la vida y arranca los cimientos de la esperanza donde quiera que la hubiera.

Pero no, no es un tiempo malo, parece como si el Apocalipsis se me hubiera montado a la espalda. Hay quien se alarma con declaraciones así. La vida duele y no mata, mata el pasado, el fardo que al hombro cargamos, caben los muertos (lo dijo Unamuno), cabe la oscuridad, las memorias falsas de tiempos dorados, las ideas del porvenir ajadas, grietas, sólo grietas y muros ya sin nada qué soportar o noches sin horas de creatividad a marejadas.

Si, recurro y "desrecurro", me tropiezo conmigo, me contradigo, me tiro de los balcones para caer en la idea de que lo malo puede ser peor y esa es una teorìa optimista por donde quiera que se mire. Què pasa, hay tanto que decir, mis cálculos me dicen que desde Málaga hasta hoy en Puebla a unos dìas de ir a vivir a Mérida a buscar la Itaca que se me perdió en alguna calle del presente, han pasado casi cinco meses. Habrá mucho que decir, como siempre, enredaderas y puentes, mi vicio más grande para explicar los abismos. Habrá también mucho que imaginar, pero la noche se me está acabando y hace frío, no sé, dónde quedaron los casi cinco meses, las casi nueve muertes, la odisea trunca, la Itaca en ruinas, por què todo apunta a quedarse en blanco como si fuera negro, por què hoy me acerco a ti y no puedo decirte nada, por qué me escondo de mí, por qué las calles, por qué tu voz, por què el silencio?