lunes, mayo 02, 2005

Escrito hallado en una libreta verde

Mi habitación estaba como sumida en una zanja ajena al tiempo y desde ahí leía a Cortázar y a Roa Bastos o Carpentier sin darme cuenta que había llegado tarde al boom, pensaba estar entrando a una zona de la literatura por conocerse y no, todo eso estaba superado, la gente había aprendido a olvidar las letras y concentrarse en algunas frases y anécdotas más allá de lo escrito, convirtiendo al autor en la referencia y no al revés; cuando llegué a Argentina tiempo después, la figura de Cortázar era tan comercial como la coca cola o el dulce de leche y yo me sentí abatido porque en ese cuarto, en la alta madrugada yo bebía de la esperanza y del optimismo propio de los necios o los ingenuos. Estaba solo y lleno de algo que ahora, desde esta precisa zona del tiempo, desde esta grieta que al parecer es el presente y muy pronto terminará por desvanecerse, no existe ya, la inocencia, la utopía, me sirve ya para recordar que alguna vez fui otro y leía y llegaba siempre a tiempo a la literatura y algunas veces, a la vida.